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—¿Quién soy? —se preguntó Vornek, con una expresión confundida cruzando su rostro antes de que apareciera una sonrisa.
—No tienes idea, ¿verdad? —dijo Vornek, apuntando inmediatamente sus garras hacia Vassago—. Castigo Supremo del Guardián Dorado; Diez Mil Golpes de Incineración... —susurró Vornek.
En un instante, la cara de Vassago cambió drásticamente al darse cuenta de una verdad increíble.
No podía mover ni un solo músculo. Simplemente estaba parado en el aire, incapaz de moverse en absoluto, aunque completamente consciente.
Su rostro se llenó de confusión, pero salió de ella cuando las oscuras nubes de repente comenzaron a crepitar, y de inmediato nubes doradas llenaron todo el cielo.
Desde dentro, poderosos pilares de energía dorada crepitaban como truenos y revoloteaban en las nubes como serpientes.