—Tú... ¡realmente vienes! —susurró Vassago al recobrarse y mirar a Aeron, su asombro aún no había disminuido.
Hay que saber que él había estado atormentando a los dragones por casi cinco años, habiendo declarado lo que quería antes de que la batalla empezara. Sin embargo, Aeron había permanecido callado durante esos cinco años, sin hacer movimiento alguno. Justo como Aeron había dicho, le había tomado más de tres años planear este evento de solo poder aparecer ante él.
Y ahora, finalmente hizo su decisión. Así, de repente, sin mucho cambio en su expresión en lo absoluto. Aunque eso era por lo que había empezado la guerra, no pudo evitar sentirse inquieto por el relajado estado de Aeron.
—Te has ganado tu trato. Espero que estés contento. ¿Cómo es que solo veo horror parpadeando en tus ojos...? —preguntó Aeron con los mismos ojos apáticos mientras la malévola sonrisa aparecía en el rostro de Vassago.