—Hmmm, son mucho menos de lo que pensaba —dijo Zeras en voz alta, su potente voz resonando fuertemente a través de todo el salón, atrayendo la curiosidad y la molestia de algunas de las personas presentes en el salón.
—¿Insinúas que somos débiles, niñito bonito? —La voz retumbó en los oídos de Zeras desde lejos mientras él se giraba para mirar al final de los asientos y vio la figura responsable de ello. Una figura bastante corpulenta, que estaba medio desnuda, revelando sus enormemente abultados músculos.
En su cara, una cicatriz bajaba desde su ojo izquierdo, dándole un aura algo feroz suficiente para hacer que cualquiera, poderoso o no, sintiera un pinchazo en el corazón; era como si fuera una bestia vestida en forma humana.