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—Quiero matarlo... —dijo Sylvia, mientras hacía clic con la lengua.
—Eso sabido, creo que podemos llegar a la razón por la que he arriesgado la muerte y he venido a encontrarme contigo aquí hoy —dijo Zeras en voz alta mientras sus cejas se fruncían enfocadas en él.
—Honestamente, he venido aquí solo para encontrar una solución para el bienestar de sus problemas. Ustedes Giarans tienen un problema, un problema bastante grande... —dijo Zeras en voz alta, mientras otra vena aparecía en la cabeza de Roaryie y los ojos de D'arvey parpadeaban repetidamente.
—Y yo, Zeras, tengo una solución para su problema... —dijo Zeras con confianza, lo que provocó una sonrisa incrédula en sus rostros.
—¿Y cuál es? —preguntó D'arvey, pero observó mientras Zeras levantaba una mano.
—Pero primero, un asiento, para que todo sea justo... —dijo Zeras con una sonrisa mientras Roaryie saltaba de su asiento enfadado.
—Tú, despreciable, no calificas para sentarte ante nosotros...