—Tch, qué idiota... —Las palabras provenían de nadie más que de Lillith, quien aterrizó de vuelta en su cama, su largo cabello morado esparciéndose alrededor suyo mientras su pecho subía y bajaba furiosamente.
No podía creer que su propia hermana gemela pensara de esa manera sobre ella. Era como si Aurelia creyera que ella le había arrebatado a Khan.
—Tch, no es de extrañar que hiciera esas preguntas tontas... —meditó Lillith, finalmente comprendiendo por qué había hecho esas preguntas anteriormente.
Le habían parecido extrañas las preguntas que Aurelia le hacía, pero simplemente las apartó y nunca les dio un pensamiento profundo.
Nunca había tenido que pensar profundamente en las palabras de su propia hermana. Era simplemente cuánto confiaba en alguien de su propia sangre.
Pero ahora, las palabras no pueden describir lo decepcionada que está. Tanto en la pregunta que hizo como en el hecho de que estuviera involucrada en algo que no tenía absolutamente nada que ver con ella.
