—Papá... —dijo la niña de cabellos blancos mientras saltaba sobre Zeras y él también la abrazaba fuertemente contra su pecho.
—¿Cómo has estado, Aria... —Zeras preguntó mientras su abrazo se aflojaba lentamente y la dejaba bajar al suelo.
—Bien. La tía Syndril aumentó mi cuenta de paletas de diez a doce —dijo con una sonrisa alegre mientras todos se sonaban la nariz y Zeras meneaba la cabeza impotente.
—Eso es muy afortunado para ti y muy amable de su parte... —él respondió mientras se volvía para mirar a la dama de cabello rojo en la habitación, quien le devolvió la mirada rodando sus ojos rojos.
—Ajá —Aria tarareó mientras volvía a saltar sobre el sofá, sacaba un teléfono de su bolsillo y continuaba jugando mientras también devoraba la gran paleta.