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—¡Roar!
Un poderoso rugido bestial surgió a través del vacío entero del espacio con tanta fuerza que onduló hacia abajo hacia el gigantesco planeta presente debajo.
Ahora en el espacio no había ya Vornek, sino un enorme dragón dorado cuyas escamas relucían con poderosas luces doradas.
Humos de cabello blanco salían de la nariz de Vornek mientras sus cuatro alas aleteaban salvajemente detrás de él, enviando esquirlas de cristales espaciales a los espacios circundantes e instantáneamente se lanzó hacia abajo con velocidad, acercándose rápidamente al planeta dorado.
—¡Riiiiiiiiip!
El espacio mismo se apartaba ante la plena potencia del dragón dorado y pronto desgarró la energía gravitatoria que rodeaba al Planeta y entró en su estratosfera.
Mirando hacia abajo, Vornek ya podía ver los cientos de inmensos dragones que se posaban en las cimas de las altas montañas.