La puerta familiar apareció frente a los ojos de Zera, mientras sus manos se movían hacia la perilla.
Aunque fría al tacto, para Zeras era increíblemente cálida mientras la desbloqueaba suavemente antes de entrar a la habitación.
Era tan hermosa como la dejó, todo en su lugar correcto provocando una sonrisa en su sofá.
—¡Ahhh, hola mi hermoso Sofá! —saludó Zeras.
—Hola, Mesa... —continuó.
—Hola, armario... —agregó Zeras.
—Hola conjunto de R.V. —asintió alegremente.
—Y a mi mejor amigo... —dijo con entusiasmo.
—¡Hola, Cama! Os eché de menos a todos... —Zeras dijo casi derramando lágrimas mientras saltaba al abrazo de su amigo.
Era increíblemente suave y sus huesos hacían sonidos crujientes de confort cuando se acostaba en ella. Durante la expedición, solo había dormido en el duro y áspero suelo y ni siquiera podía dormir bien, teniendo que asegurarse de mantener un ojo abierto.