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—Oh? ¿Y de qué lado es ese... —preguntó curiosa la Instructora Moneca mientras Zeras se volteaba dándole una mirada de soslayo, antes de guiñarle.
—Honestamente, si yo fuera tú. No me preocuparía tanto por mí. Sería el genio de las Nueve Familias por el que estaría preocupado...
—Como sea. Solo asegúrate de no hacer nada estúpido. Y también ten mucho cuidado y cuidado con el peligro dentro de las Ruinas mismas. Aunque no hay registro de que alguien haya muerto, han pasado cien años desde entonces, quién sabe qué pasará esta vez...
—Ese es un buen punto...
—Bien, entonces. Nos vemos en cinco días a partir de ahora... —dijo la Instructora Moneca mientras se dirigía hacia fuera de la sala secreta, seguida por Zeras.
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—Cuídate Instructora Moneca. No me haría feliz ver esas grandes ojeras... —dijo Zeras mientras la puerta se cerraba antes de que la Instructora Moneca pudiera decir algo más.