—Antarra, es una palabra que significa el alma... —La voz de un anciano resonó, barba blanca llegando al ombligo con un bastón en la mano derecha y una antorcha luminosa en la otra.
Detrás de él había un total de cinco niños de alrededor de 12 años de edad.
Cada uno de sus pasos producía un sonido metálico que resonaba a través de toda la estructura de la cueva en la que estaban, mientras el anciano caminaba adelante, los niños seguían detrás con reverencia en sus ojos ya que no solo era este anciano su Supremo Patriarca, sino que la cueva en la que estaban se decía que era su terreno ancestral.