Zeras observó con una ceja levantada mientras las dos figuras femeninas finalmente se levantaban.
—Ha pasado casi una semana desde la última vez que tuviste tiempo de venir por aquí, Moneca... —la dama llamada Aurelius casi gritó.
Tenía cabello rosa muy largo que le llegaba hasta la cintura, un par de hermosos ojos rosas y un rostro redondo. No era ni un centímetro menos hermosa que la Instructora Moneca.
—Ya sabes. La EIA tiene sus problemas. Criar a un grupo de niños con medio cerebro no es trabajo fácil... —dijo la Instructora Moneca con una sonrisa.
—Uh, espero que no te den mucha lata...
—Tch, podrías decir que ella es la que más problemas nos da... —murmuró Zeras por lo bajo, pero aún así subestimaba las capacidades sensoriales de los expertos de Rango Cósmico.
Aurelia de repente se giró y al siguiente momento estaba justo frente a él, con sus grandes ojos rosas a solo una pulgada de los suyos.