—¿Princesa Diana? —preguntó Zeras ligeramente sorprendido al mirar la figura frente a él.
Vestida con un largo vestido fluido de color dorado con diferentes cristales brillantes adornados en los extremos que se arrastraban detrás de su figura.
Su cabello dorado parecía ondear al viento revelando ráfagas cortas de luz dorada con un rostro redondo extremadamente hermoso y labios rojo cereza.
Zeras podría decir sin duda que esta era la dama humana más hermosa que jamás había visto.
Un aura de majestuosidad natural irradiaba de su figura, aunque solo estaba sentada en la pared opuesta.
—Has estado inconsciente durante cuatro días... —dijo la Princesa Diana sin emoción.
—¿¡Cuatro días!? Supongo que la misión me quitó toda la energía... —dijo Zeras con una sonrisa mientras miraba el vendaje envuelto sobre su cuerpo hasta el cuello.
Todavía podía sentir un ligero dolor en esas áreas, revelando que sufrió bastante daño debido a la habilidad corrosiva del Mar Malevolente.