Un Amun de color dorado volaba a través del cielo en el Jardín de los Amantes, su ocasional chillido resonando a lo largo de todo el jardín.
A su espalda, se podían ver dos figuras, que habrían hecho que cualquiera que mirara de lejos sintiera como si estuviera viendo un gemelo siamés por lo cerca que estaban uno del otro.
—Nunca pensé que fuera tan simple... —dijo Zeras mostrando una sonrisa incrédula a Natasha mientras ella lentamente soltaba las riendas y Zeras tomaba el control completo de ello.
La experiencia de montar un Amun era muy diferente en comparación con la de una nave espacial. Por un lado, se sentía más real, el roce del viento contra su rostro, la sensación de deslizarse en la corriente. Era lo que hacía que volar en un pájaro fuera muy diferente en comparación con pilotar una nave espacial.