—Él soy... yo —dijo el anciano mientras miraba a los ojos de Zera.
Zera se quedó allí sorprendido al principio cuando de repente estalló en carcajadas.
—El gran consejero del Rey Atlas era el Viejo limpiador del Coliseo. ¿No es eso gracioso? ¿No se supone que deba estar en el palacio?
La risa de Zera continuó durante casi tres minutos sin parar, pero aunque se estaba riendo, todo lo que podía ver era al anciano mirándolo con una expresión vacía.
La risa de Zera finalmente se calmó mientras hablaba con el anciano.
—Lo siento, anciano. Pero es bueno seguir nuestros sueños a veces. Soñar con ser el Consejero del Rey no es algo malo, diría yo —Zera dijo pero todo lo que recibió del anciano fue una sonrisa.
—Creas o no. No quiero que Sammodra se convierta en el próximo rey de Atlantis. Así que quiero entrenarte para detenerlo —el anciano dijo mirando a Zera con una expresión seria.
—Hmm... —Zera pensó en lo que dijo. Su misión era derrotar al falso rey de Atlantis que era Sammodra y eso encajaba de alguna manera con el objetivo del anciano.
Así que estaban prácticamente en el mismo camino. Todo lo que necesitaba de el anciano era que le enseñara cómo caminar. Si el anciano era el consejero del rey no era asunto suyo, mientras obtuviera lo que quería.
Si resultaba que el anciano decía la verdad, entonces aprendería una o dos cosas más de él. Si el hombre también estaba mintiendo, entonces tampoco perdería nada.
De cualquier manera, él gana.
—Estoy de acuerdo, anciano —Zera dijo.
—Bien —dijo el anciano con una sonrisa.
—¿Cuál es el punto más fuerte que notaste cuando luchaste con Roder? —el anciano dijo mientras continuaba remando.
Los ojos de Zera se estrecharon, si tenía que recordar algo problemático acerca de Roder, entonces era la extraña fuerza que acompañaba a cada movimiento de su tridente.
—Siento que puede balancear más fuerte de lo que normalmente debería poder hacer. Como que hay una extraña fuerza potenciando cada uno de sus ataques —Zera dijo al hombre. Era un tema extraño que siempre le había molesto.
—Esa fuerza fluye a través de todos nosotros. Es el poder de creencia obtenido del tridente dorado del Rey Atlas. Refuerza el golpe de un Athlantheo al doble cuando ataca con el tridente —el anciano respondió haciendo aparecer una sonrisa en su rostro.
Lo que el hombre le acababa de decir era como una habilidad racial de los Atlanteos. Su fuerza se incrementa al doble cuando luchan con los tridentes. Es como su propia habilidad de Avance, que aumenta su velocidad al doble cuando está activada.
—Pero los Atlanteos han seguido un camino equivocado. La forma de un Athlantheo no es la de una fuerza fuerte sino todo lo contrario. Es una fuerza de suavidad —el anciano prosiguió.
—¿Qué...? —Zera miró al anciano como si estuviera loco. Fuerza fuerte y fuerza suave. ¿Existe tal concepto?
—Sostén tu remo... —el anciano ordenó.
Zera agarró su remo con ambas manos mientras la punta descansaba sobre el agua.
—Ahora sigue mi ola... —el anciano dijo mientras Zera lo sintió inhalar agudamente antes de balancear el remo hacia atrás, extremadamente suave, y la barca se movió hacia adelante.
Observó al hombre repetir el movimiento tres veces, cada vez tomando una respiración profunda mientras remaba.
También sumergió su remo en el agua mientras intentaba balancearlo hacia atrás pero se sintió pesado incluso con su fuerza aumentada por subir de nivel. Era casi imposible.
—Respira antes de balancear. No apliques fuerza, trata de sentir la corriente del agua y fluye con ella. Recuerda esto, muchacho, nuestro objetivo no es cambiar completamente, sino adaptarse... —dijo el anciano.
Zeras miró la espalda del anciano que remaba con facilidad mientras sus palabras resonaban en él mismo.
—No es cambiar sino adaptarse —murmuró Zeras para sí.
Zeras sumergió su remo en el agua dura mientras cerraba los ojos y se concentraba. Podía sentir el agua que antes estaba mortalmente estancada teniendo algunas áreas pequeñas donde había corrientes. Zeras lentamente sumergió su remo, mientras concentraba su remo en sentir las olas especiales y se movió en la dirección de esas olas, aplicando la menor fuerza posible asegurándose de que las olas mismas hicieran el trabajo. Poco a poco, pudo sentir el remo moviéndose hacia atrás, mientras viajaban hacia la ola especial pero a veces perdía el rastro de las olas y se encontraba frente a un obstáculo.
—No lo fuerces a moverse. No intentes forzar tu camino. En lugar de eso, sigue las olas mientras se mueven. Escúchalas y sigue su camino en lugar de eso... —le aconsejaba el anciano.
Esa palabra parecía resonar en él desde un área lejana de la oscuridad mientras Zeras se concentraba lentamente en mover su remo solo en la dirección de la ola. A veces, se encontraba con bloqueos mientras perdía el rastro de la ola, pero en lugar de luchar, retiraba su remo y trataba de seguir otra corriente.
— —
6 horas más tarde...
Un joven y un anciano podían ser vistos mientras ambos se sentaban en un bote, con los ojos cerrados, con un remo en mano mientras avanzaban. Zeras sentía el mundo a su alrededor desapareciendo con solo una cosa permaneciendo y eso eran las olas que sentía que su remo pasaba. Sus músculos se movían en sincronía con las olas, siguiendo la corriente, mientras encontraba fuerza desde lo más profundo de él para seguir las olas. Gradualmente, lograba remar con éxito sin necesidad de retirar constantemente su remo del agua debido a bloqueos.
—Nuestro objetivo no es cambiar sino adaptarse... —Zetas sentía la palabra resonando en él mientras le llegaba la realización—. Luchando contra la ola y gastará demasiada energía, pero en lugar de hacer eso, podría simplemente seguir la ola y usar su corriente para dirigirse en su dirección. No necesitaría luchar y desperdiciar energía, simplemente proporcionaría una pequeña ráfaga y dejaría que las olas hagan su trabajo.
Zeras abrió los ojos de golpe mientras tomaba una respiración profunda con incredulidad. Había un sentimiento creciendo en él como si hubiera agarrado algo, pero aún no entendía lo que significaba. Era lo mismo que la sensación de agarrar al aire. Podía sentirlo en sus palmas, pero no entendía qué sucedía después de eso. Tan solo sabe que se ha ido.
Zeras miró la espalda del anciano extrañamente. Ahora, para él, él no era solo un viejo limpiador de coliseos inútil. Tal vez había una posibilidad, una posibilidad de que él fuera algo más.