—Gracias —respondió agradecido Zeras antes.
RUMBLE
El sonido del rugido resonó desde su estómago mientras su cabeza se ponía tan roja como un tomate.
—Definitivamente no comiste durante toda la expedición, ¿verdad? —preguntó el Instructor Moneca mirándolo con una ceja levantada.
—Bueno, ¿entonces qué esperas? Empieza a comer, chico... —resonó la voz de Avan mientras Zeras clavaba inmediatamente la cuchara en el gigantesco plato de comida.
Notó, como siempre, que el Instructor Moneca no comía mucho y lo mismo se podía decir del grupo, excepto por Annalise, cuyo segundo mayor placer después de masticar chicle era comer.
Pero incluso ella pronto se detuvo, dejando un plato de comida que habría tomado tres días a una familia mortal terminar.
Pero era como si se le hubiera plantado un pozo en el estómago mientras comía vorazmente como un oso, incluso lamiendo los platos antes de sentir que finalmente estaba saciado.
