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Xero caminaba por el sendero solitario, silbando feliz para sí mismo. La zona estaba tranquila, casi completamente silenciosa excepto por el pequeño canto de los insectos cercanos.
Podía sentir su corazón acelerándose con alegría extrañamente, el efecto de la bebida Midaz mostrándose rápidamente y él incluso se sentía un poco somnoliento, pero lograba evitar caerse al suelo mientras resistía el efecto del alcohol y apuraba sus pasos.
Mañana iba a ser el día en que finalmente obtendría lo que siempre había deseado incluso en sus sueños. Uno de los picos de éxito en el asentamiento, convertirse en guardia del Templo.
Una vez que fuera identificado debidamente como guardia, su posición cambiaría y sería tratado con el máximo respeto por los demás, su estatus creciendo rápidamente.
Si luego lograba entrar en el buen ojo del Chamán, entonces su futuro sería inmensurable, y tal vez, por fin sería digno de obtenerla...