Lucielle tenía un magnetismo especial.
Siempre lo supo sobre sí misma, y ahora que estaba disfrazada de Dragón, ese hecho sobre ella no había cambiado.
Sus espectadores querían verla ganar, y los enemigos a los que se enfrentaba eran increíblemente cautelosos con ella. Todo esto hacía que su ánimo se elevara a nuevas alturas, aunque no encontraba mucho valor en la atención de los Dragones.
En sus ojos, todos eran iguales.
—Aun así... puedo al menos sumergirme un poco en el papel.
Con el árbitro a punto de iniciar el comienzo del encuentro, Lucielle se encontró en el mismo dilema que Rey: no saber cuál era la opción correcta para atacar.
Después de todo, tenía un sinfín de maneras de ganar.
—Podría usar Lluvia Imaginaria otra vez, pero ¿no sería eso demasiado aburrido? Si exagero aquí, sin embargo, atraeré más atención de la necesaria.
El hecho de que Rey eligiera un método de ataque menos llamativo significaba que ella también debía seguir su ejemplo, ¿no?