—Te recomendaría que mantuvieras la boca cerrada. Ya me has enfadado demasiadas veces. Todavía estoy tentado de simplemente mataros a los tres y empezar de nuevo. —dijo Nathan.
—No lo hagas —espetó Nick—. Ella podría estar embarazada.
—Si lo está, probablemente ya esté implantado, así que estamos jodidos.
—No si la mantienes viva.
Nathan rodó los ojos de nuevo, como si ya hubieran tenido esa conversación varias veces y él ya conociera las respuestas.
Sasha no se movió, sólo observaba el arma y abrazaba a su hijo contra su cuerpo tan fuerte como se atrevía. Su corazón latía en sus oídos hasta que apenas podía escuchar los pitidos de los equipos en aquella otra habitación.
—Sasha, dame al bebé —dijo Nathan fríamente.
—No.
—Él no es tu bebé. Es un señuelo —dijo Nathan—. No te creo.
—Esperamos la visita de la junta esta noche y no puedo mostrarles a tu verdadero hijo, así que necesitaba