—Me estás combatiendo —dijo Sasha, con una advertencia en su voz.
—No, me estoy protegiendo a mí mismo. ¿Por qué crees que nunca vine a Thana antes? Sé que estoy muerto en el minuto en que se levanta la protección. Soy consciente de eso. Así que haré lo que tenga que hacer para mantenerme con vida. Y al parecer, lo que tengo que hacer es un quid pro quo. Tú me das lo que quiero, yo te doy lo que quieres. Ambos felices.
—No estoy feliz, Nick.
Él se encogió de hombros. —Tal vez una mala elección de palabra, pero entiendes a qué me refiero.
Sasha suspiró. Pero necesitaba lo que había en su cabeza, así que por ahora jugaría según sus reglas. Al menos, en cuanto él supiera.
—Bien —ella espetó—. Ojo por ojo. Tú respondes a mi pregunta, yo respondo a la tuya.
—Perfecto. Incluso te dejaré empezar —dijo él con una amplia sonrisa.
Sasha rodó los ojos, luego hizo la primera pregunta aunque era egoísta. —Quiero saber qué procedimientos médicos me hicieron mientras estaba dormida.
