—Todo el cuerpo de Sasha hormigueaba con calor y alegría —susurró su nombre y trató de atraerlo más hacia ella, pero ya no quedaba espacio entre ellos.
Jamás había tenido sexo durante su ciclo antes y al principio se había sentido aprensiva. Pero tan pronto como él comenzó a besarla, en cuanto se tocaron, se olvidó de todo lo demás en el apresurado éxtasis de estar cerca de él: el olor de su piel, como tierra y lluvia, el sonido de su voz profunda vibrando contra su pecho, el gruñido que ronroneaba en su garganta cuando ella echaba la cabeza hacia atrás para darle acceso más fácil a su cuello.
Estaban embadurnados juntos y todo en ella quería más: rasguñaba su espalda, agarraba su trasero y lo jalaba hacia ella, jadeando, resoplando, besando su cuello y mordisqueando sus lóbulos de las orejas.