—He sido autorizado. No necesitas cuidarme —Zev sonrió.
Las cejas de Skhal se elevaron.
—¿Autorizado para pelear?
—Bueno, no, pero tú sabes que no va a
—Te lo dije, Zev, estoy ahí para protegerte, por si acaso. Un par de días más, eso es todo. Puedo manejarlo, tú también —Skhal rodó los ojos, pero no dejó que su frustración se mostrara hasta que giró la cabeza para mirar hacia los árboles.