—La caminata le había agotado más de lo que esperaba —murmuró Zev para sí, manteniendo la charla mínima con el varón. Pronto sintió mareos y, buscando una excusa para acostarse, sugirió encender el fuego temprano. Allory lo miraba con atención pero lo animó a proceder.
Suspirando aliviado, y solo haciendo una mueca cuando daba la espalda al sanador, Zev se puso de rodillas junto al foso del fuego y tomó su tiempo para construir y encender el fuego, complacido cuando este comenzó a crepitar alegremente. No había notado el frío hasta que el calor de las llamas lo envolvió, y entonces, todo lo que deseaba era hundirse en las pieles y dormir.
—Necesito acostarme —murmuró Zev, arrastrándose hasta las pieles y desnudándose mientras mantenía los dientes apretados contra el castañeteo del frío que parecía invadirle los huesos.
Allory sacudió la cabeza:
—Me preguntaba cuándo dejarías de ser terco.
Zev se congeló retirando las pieles:
—¿Lo sabías?