—¿Qué estás haciendo? —preguntó ella calmadamente.
Lhars la miró y luego desvió la vista.
—Vigilando a mi hermano mientras está débil.
—¿A tu hermano o a mí?
Lhars resopló.
—Dejaste clara tu posición. Pero Zev es un objetivo, como el Alfa lobo. No permitiré que le hagan daño. Si tenemos a alguien que todavía esté colaborando con los humanos, o que tenga alguna idea loca de vengar a Xar de alguna manera... No lo permitiré.
—Entonces, ¿te importa Zev? —preguntó ella directamente.
Lhars inclinó la cabeza y la miró pensativo, y su rostro, sus ojos, su expresión eran tan similares a los de Zev que por un momento el corazón de Sasha se apretó de amor por su compañero. Ella miró por encima del hombro, hacia el edificio, pero no podía ir hacia él. Todavía no.
—Me importa lo que Zev representa para nuestra gente —dijo Lhars con cuidado—. Y... no quiero verlo muerto.
—Él también te quiere, Lhars. Él solo... lucha por confiar.
Lhars negó con la cabeza.