—Sasha se dio la vuelta en las pieles a la siguiente mañana sintiéndose como si un peso le presionara el pecho. Le tomó un momento de pensar para recordar... el sueño... y que tenían que irse hoy. Suspiró y abrió los ojos, buscando a Zev. Pero se distrajo.
A pesar del sueño interrumpido, había despertado temprano porque había más luz.
Zev había tenido razón. La tormenta había pasado y el sol había salido un par de horas antes del anochecer la noche anterior, derritiendo algo de la nieve.
Se sintió caliente, se dio cuenta, echando hacia atrás la piel superior y respirando más fácilmente sin el calor opresivo. La temperatura debía haber subido realmente desde el frío anterior.
Se giró para buscar a Zev y lo encontró, tendido de lado, enfrentándola, luciendo muy joven. Tal como había lucido hace cinco años, cuando tenía diecinueve.