—Sasha estaba asombrada por la fuerza y belleza de estos hombres —y su osadía al declarar los problemas de Zev y sus propias fortalezas en contraste.
No había pensado que sus palabras impactarían sus sentimientos por Zev, o que la harían dudar. Y realmente no lo hacían. No exactamente. Ella aún elegía a Zev, aún no tenía interés en estos otros machos.
Pero algo sobre escuchar esos defectos —sentir esas diminutas agujas deslizándose en las sangrientas heridas de su mente y corazón… los miedos… Era más que incómodo. La hacía temblar. No sobre su objetivo del día, pero sí sobre lo que el futuro deparaba.
Temía, esa era la cruda verdad. Temía perder a Zev de nuevo —por su propia elección. Engañado o no, él la había dejado por su cuenta. Nadie lo había secuestrado, ni le había puesto una pistola en la cabeza.