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—Desterrando los pensamientos de la piel rosada de Sasha y su sonrisa radiante —Zev entró en la aldea y acechó a su paso, sin reconocer a nadie, pero dejando que todos lo vieran y lo olieran. Como Alfa no tenía que hablar ni invitar la atención de nadie.
—Extraño cómo rápidamente habían cambiado las tornas: los lobos que lo habían ignorado el día anterior ahora le mostraban sumisión. Machos de otros clanes le daban un amplio margen no porque fingieran no verlo, sino porque reconocían su poder.
—Mientras pasaba por la plaza y las casas de muchos machos que conocía, mantenía la barbilla baja y los ojos enfocados hacia adelante. Dejen que todos oliera su confianza. Dejen que sintieran su fuerza. Incluso con sus heridas, no era un lobo con quien jugar, y todos lo sabían.
—Ahora, en lugar de burlarse, estaban cautelosos. En lugar de ser despectivos, lo evaluaban mientras pasaba. Y así debería ser.