—¿Sabías? —preguntó Sasha.
Ella se volvió para mirar a Dunken, quien la observaba, su rostro una máscara inexpresiva.
—Creí que sí, pero… la forma en que están reaccionando... ¿qué saben que yo no? ¿Por qué están tan alterados? Pensé que a los chicos les parecía guay cuando otros chicos tenían muchas mujeres —dijo Sasha.
Dunken negó con la cabeza.
—Si ha tomado hembras que ya tienen compañeros, es una violación, quieran o no las hembras. Y si ha tomado hembras que no tienen compañeros, que no se han unido a nadie más... si se han unido a él... múltiples hembras unidas a un solo macho es... enfermizo —escupió la palabra—. Si no ha dejado hembras para ningún otro macho Quimera, ha condenado a nuestro pueblo a morir —afirmó Dunken.