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No tardó mucho hasta que los dedos quemados del segador se desmoronaron y se pelaron como cenizas de su piel para revelar lentamente sus huesos. La vista era escalofriante para los humanos, pero no para Ian y Maroon, quienes parecían estar acostumbrados a tal espectáculo. Debajo de los ojos verdes del segador, su piel se había vuelto escamosa en la mitad de su rostro entero, adoptando la misma textura. Cuando intentó usar su guadaña, sus ojos se abrieron de par en par solo para darse cuenta lentamente de que ¡no podía usar su guadaña de la muerte! Su cara se transformó en horror frente a su estado en peligro. La noche se volvió fría para el segador en el agarre de Ian.
—¿No me digas que usaste magia negra para mover tu alma a un cuerpo diferente? —El segador intentó encontrar una solución sobre cómo debería escapar de la criatura desconocida mientras intentaba conversar para ganar algo de tiempo, pero Ian no iba a entretener su respuesta.