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No solo Elisa estaba sorprendida, sino que Ian fue tomado por la repentina noticia que encontró.
—¿Qué tan seguro estás de las palabras que dijiste? —preguntó Ian, exigiendo una respuesta.
Solo hasta ahora comprende que su madre estaba ocultando muchas cosas de las que él nunca estuvo al tanto. Tales como que ella tenía algunos amigos para enviar cartas. Ahora que había visto las cartas, recordaba los días en que venía a visitar a su madre en la alta torre aislada de la mansión donde ella tendría un tintero y pluma pero nunca parecía aparecer nada sobre lo que estaba escribiendo en la mesa. No había papel y a menudo le preguntaba qué escribía.