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—¿Sabes quién es? —preguntó Redrick.
—Todavía no, pero por mucho que uno intente cerrar su olor, si huelen mal desde el principio ni siquiera el mejor perfume hecho por Dios podría ocultar su fétido aroma. Dejaré la boda de mi hija en tus manos, deséale lo mejor de mi parte —Levi entonces preguntó, un tinte de alegría y amargura se podía escuchar en sus palabras.
—Lo haré —respondió Redrick—. ¿A dónde irás ahora?
—Al Infierno —respondió Leviatán y dio un paso para extinguir la vela presionando su pulgar e índice contra la mecha de la vela. La llama que una vez danzó brillante luego desapareció—. Todavía tengo algunas personas a las que necesito torturar por lo que le hicieron a mi hija y esposa.