—Elisa fue la que había llamado a las sombras para que aparecieran, pero su expresión no podía expresar más sorpresa al ver las manos sombrías que se arrastraban desde debajo de sus pies. Las sombras no estaban planas en el suelo, tenían volumen tangible y eran tan afiladas como una verdadera hoja.
¿Era esto tan simple? —se preguntaba Elisa para sí misma.
Fue desde que escuchó las palabras de Carmen que se preguntó si en realidad las sombras que habían estado creando travesuras al hacer caer los objetos que ella había almacenado ordenadamente, estaban ahora con ella. —Ian le dijo durante el tiempo que había probado qué poder podría trabajar con ella que fueran sombras, sumando las dos cosas, se convenció más.