El hacha se abalanzaba hacia el perro negro, pero antes de que pudiera alcanzarlo, Hallow había girado su cuerpo. El repentino cambio sorprendió a Sauce y tuvo el efecto de detener el hacha en sus manos.
—Sé que no eres consciente de ello, pero es bastante descarado de tu parte no notar que otros segadores te consideran el más poco confiable —dijo Hallow y, aprovechando la oportunidad, corrió a través del bosque. Teniendo cuatro patas y siendo un sabueso, logró zafarse del segador con facilidad.
—¡Mierda! —maldijo Sauce, y rápidamente persiguió a los perros con sus piernas humanas—. ¿A dónde crees que vas? Estoy de acuerdo en que es mejor que te sometas a mi guadaña antes que seguir siendo un perro tan bajo.
Hallow luchó contra el impulso de gritar y replicar, pero lo hizo por frustración:
—¡No soy un perro bajo! ¡Soy un segador chic-a, maldita sea! —Hallow maldijo cuando se encontró con que había adoptado la costumbre de afirmar que era un polluelo. ¡Y no lo era!