En un rompecabezas, Elisa tomó el libro para leerlo de nuevo por si fallaba su memoria pero resultó correcto que lo que ella leyó era diferente a lo que Redrick leyó aunque el hombre lo había hecho justo delante de ella.
Ella miró a Ian, quien parecía saber lo que estaba sucediendo y la palabra que él dijo sobre ella hizo crecer la duda en su interior. Algo nuevo sobre ella, pensó Elisa, tenía una leve sospecha pero aún no podía creerlo.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Redrick sin entender qué pasaba mientras Ian y Elisa parecían haber descubierto algo que sacudió a Elisa.
—No te molesta —respondió Ian estrictamente, sabía que el hombre era sospechoso y no veía por qué necesitaba decírselo. El sacerdote lo miró con severidad e Ian continuó, —Hablábamos de cómo la flor que describes es muy similar al texto escrito y cuán fascinante es eso —e Ian cerró el libro dándole una palmada con una mano.