—Para enfrentarlos a todos —dijo Serefina ligeramente—. Cuando Raine se vio obligada a cerrar los ojos debido a la luz cegadora, las flores azules a su alrededor desaparecieron de su vista.
En el momento en que la luz se atenuó un poco, Raine abrió los ojos de nuevo y fue recibida con otro paisaje que se exhibía completamente ante sus ojos.
Su primera reacción fue fruncir el ceño. Después de todo, la cálida luz del sol brillaba intensamente sobre ella y hacía que el aire que los rodeaba se volviera ligeramente húmedo.
—¿Qué? —murmuró Raine—. ¿Dónde estamos? O, más precisamente, ¿a qué era había traído Serefina? Porque habían pasado semanas desde la última vez que Raine vio el sol brillar con fuerza en el cielo.
Sin embargo, ahora, parecía que todo estaba normal, por lo que la única explicación era; la habían llevado de vuelta al tiempo antes de que los diablos lo trastornaran todo, incluyendo el clima.
