—Raine está en su habitación —dijo Ethan—. Ella está con Calleb.
—Iré a verla —murmuró Esperanza y trató de estabilizarse, pero Ethan aún sostenía su codo, por si acaso volvía a caerse.
—Esperanza, creo que necesitas descansar primero, tal vez pueda pedirle a alguien que te traiga comida y después de comer, puedas ir a ver a Raine —sugirió Ethan. Esperanza lucía tan pálida y él estaba preocupado por ella.
No, había muchas cosas que le preocupaban; su padre, que todavía estaba inconsciente, según le había dicho el enano y luego su hermana, Rossi estaba de nuevo en peligro y él no podía hacer nada.
El santuario estaba bajo asedio. Los vampiros y los hechiceros podían romper las barreras en cualquier momento, Calleb también lo sabía, pero la situación actual era simplemente un desastre.