—¿Esperanza? —Lila susurró el nombre de la otra ángel guardián cuando abrió sus ojos y la vio de pie frente a ella.
Lila no se dio cuenta hasta que Esperanza la ayudó a levantarse de que estaba sentada en el suelo hecho de baldosas blancas, sin embargo, todo era blanco aquí, incluso las paredes... no, en realidad Lila no estaba segura de si había un divisor a su alrededor.
Este lugar era completamente blanco y no había nada más que pudiera ver excepto ese color en particular.
—Esperanza, ¿dónde estamos? —Lila le preguntó, mirando a su alrededor con una confusión evidente en sus ojos.
Esperanza sonrió suavemente.
—Realmente no sé cómo llamar a este lugar, pero podría decir que este lugar es mío —dijo con firmeza. Por alguna razón, Esperanza estaba segura de que lo que decía era correcto. Este lugar le pertenecía.
Ella no sabía cuándo comenzó a darse cuenta de ello, pero simplemente lo sabía.