—Una vez que Esteban fue liberado, cayó al suelo y comenzó a vomitar. Era un desastre sollozante, temblando violentamente. Sin embargo, lo que más le dolía, no era haber perdido a su hermano, sino la realización de que su hermano estaba tan perdido que no dudó en matarlo, a su propio hermano.
Raine giró la cabeza para ver a Esteban, trató de ignorar el hecho de que había un dragón, tan grande como una casa, tendido en el fondo, muerto. Y, con la mitad de la habitación derrumbada y mostrando el cielo nocturno detrás de ellos, todo parecía detenerse para las personas dentro de la habitación.
Durante unos minutos, la habitación solo se llenó con el sonido del duelo de Esteban. Los dos Donovans fueron lo suficientemente amables como para no interrumpir.
