—¿Dos meses más antes de que podamos ver al bebé, supongo? —Esperanza miraba la barriga de Lana y podía ver cuánto lo amaba por la forma en que colocaba su mano sobre ella, acariciándola con cariño de vez en cuando.
—Sí —suspiró indulgentemente—. Realmente quiero ver al bebé... Me pregunto cómo será —murmuró.
—¿Entonces, el bebé es un niño? —Esperanza se sorprendió de que Lana ya lo supiera—. Creo que tendré que llevar un globo azul entonces.
Esperanza sentía como si hubieran pasado décadas desde que tuvo una charla casual como esta con Lana, de hermana a hermana, y esto la ayudó a calmar sus nervios tensos debido al clima extraño.
—¿Has pensado en un nombre para él? —preguntó Esperanza y los ojos de Lana brillaron con intensidad. Ella dijo con orgullo:
— Eddard. Rafael quiere llamarlo Eddard y a mí me encanta el nombre.
El nombre se deslizaba suavemente de la lengua de Lana mientras su voz rebosaba amor y afecto.