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No dejaron de correr, en su lugar, Zarrn los llevó al patio trasero donde había algunos cazadores ocupándose de preparar sus armas.
Sumerjieron sus flechas, espadas y dagas en una sustancia líquida verde dentro de una gran canasta.
Después de todo, se enfrentaban a demonios, y esos cazadores no eran más que humanos. No podrían luchar contra ellos si no tuvieran el conocimiento adecuado sobre sus debilidades.
—¿Qué es eso? —murmuró Hope para sí cuando Zarrn abrió una puerta secreta en el suelo, levantando sus pesadas tapas, para que Hope y los gemelos pudieran entrar.
—Veneno que puede dañar a los demonios —respondió Zarrn—. Ahora, entra.
Los tres centauros que los acompañaban habían entrado en este pasadizo secreto, seguidos de Ethan e Ian.
—Ten cuidado, Hope —Ian extendió la mano para ayudar a Hope a bajar las escaleras.
Zarrn no bajó con ellos, pero cuando cerró las tapas, todo quedó en la más absoluta oscuridad y silencio.