Ese hombre no se movió después de contarle a Lidya sobre las almas perdidas, sus brazos rodearon a la mujer rubia a su lado, pero sus ojos se fijaron en el lugar donde estaban Hope, Ian y Ethan.
Al ver esta situación, aparentemente este círculo brillante que Lidya había creado anteriormente, hizo a los tres adolescentes invisibles. Sin embargo, ese no era el momento para bajar la guardia y tomar la situación a la ligera. Porque todavía era una posible amenaza
Ese hombre se acercó a Lidya y la olió.
—¿Eres un perro? —Lidya cruzó sus brazos mientras sus ojos agudos lo miraban con desdén, despreciando su gesto grosero e inaceptable.
—Hueles como uno —replicó el hombre—. No juegues demasiado con los cambiaformas, casi te confundo con ellos —dijo con desdén y se alejó con la mujer en sus brazos.