Kace se quitó la camisa lentamente y la puso a un lado. Al principio, Esperanza no podía verlo ya que estaba sentada sobre su regazo, por lo tanto, se alejó y gateó alrededor de su cuerpo hasta que la vista de su espalda cayó en su línea de visión.
Esperanza jadeó en voz alta, cubriéndose la boca para evitar gritar al ver las feas heridas en la espalda de Kace.
—Kace... —quería decir algo más, pero no parecía poder formar palabras. Simplemente miró fijamente las cuatro heridas largas y profundas que desfiguraban la piel de Kace.
No lograba comprender cómo Kace no mostraba ninguna reacción o la menor señal de que estaba dolorido mientras tenía esas heridas en su espalda.
Esperanza tampoco se dio cuenta de cuándo comenzó a sollozar y lágrima tras lágrima caía por sus mejillas mientras su cuerpo temblaba de miedo.