—¿Mm? ¿Qué pasa? —Esperanza entró al dormitorio de Lana mientras ella mantenía la puerta abierta.
Una vez que Esperanza estuvo adentro, el aroma único de Lana la envolvió. Era una mezcla de lavanda fresca y menta.
Lana cerró la puerta y se sentó junto a Esperanza, en el borde de su cama. No pensaba que fuera una buena idea contarle a la chica sobre esto, pero Kace era terco y su compañera era la única persona que podía suavizar su mal genio.
Y por ahora, después de lo que había sucedido, Kace jamás escucharía lo que Lana tenía para decir, ni una sola palabra de su boca.
Lana era muy consciente de que necesitaban tiempo para ajustarse a su situación después de la confesión de Lana. Sería incómodo y tenso por decir lo menos y también sabía que la bestia dentro de Kace se había enfurecido por sus acciones, lo que también afectaría el estado de ánimo de Kace.