—Mitad mujer licántropo —Lana lo corrigió mientras intentaba sanar las heridas de Kace, aunque el efecto no era realmente profundo. Al menos, sus heridas no empeorarían—. Tengo sangre de hada en mis venas.
—Cierto... —Kace murmuró mientras sentía algo de calor en la punta de los dedos de Lana que tocaban su piel—. ¿Alguna noticia sobre tu madre?
Además de todas las tareas que Serefina le había dado con respecto al ángel guardián y rastrear a la Gula junto con Kace, Lana también había estado buscando a su madre después de llegar a este pueblo por segunda vez.
—No —había un pequeño ceño fruncido entre sus cejas cuando respondió—. Creo que eso no es algo importante para mí ahora y no entiendo por qué Serefina insiste tanto en que encuentre a las hadas. No es como si pudiera entrar al aquelarre del norte cuando me plazca...