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Como si acabara de recibir una descarga eléctrica, Aidan retiró su brazo del hombro de Esperanza y levantó ambas manos en señal de rendición. —Tranquilízate. Sólo quería consolarte.
Al ver la sorpresa en la cara de Aidan, la mirada dura de Esperanza se suavizó un poco, pero sus labios aún se curvaron en un ceño fruncido. —Lo siento. No quería gritarte, pero simplemente no estoy acostumbrada a que la gente toque mi pelo —ella sacudió la cabeza.
Sin embargo, en contradicción, a Esperanza le gustaba cuando Kace hacía eso, debido a la sensación de hormigueo que se despertaba en su piel, dando lugar a piel de gallina por todo su cuerpo cuando tenían cualquier contacto piel con piel.
—Está bien. Realmente es mi error —una sonrisa amistosa apareció en sus labios nuevamente mientras seguía a Esperanza al entrar en el mini mercado, donde acababan de comprar bebidas.