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La frontera que Torak mencionó era la línea invisible entre sus territorios y solo podía ser vista por los dos como líderes de sus respectivas manadas.
Dmitri, por otro lado, miró al Alfa con una mirada feroz antes de componerse y alzar su mano para detener el movimiento detrás de él.
—A veces simplemente no puedo controlar a mis hombres, Alfa —Dmitri se encogió de hombros con indiferencia mientras continuaba—. ¿Lo sabes, verdad? Tengo miles de personas y una vasta tierra que administrar —gesticuló hacia el lugar detrás de él, que era su territorio—. ¿Miles de personas? ¿Una vasta tierra que administrar? —Torak soltó una risita baja, pero no había alegría en sus ojos azules—. ¿Quieres compararlos con los míos?
Torak ni siquiera se molestó en ocultar su burla cuando lo dijo, el brillo en sus ojos enfatizaba su significado.
