—¡Dame una buena razón para eso! —le preguntó Torak a Serefina entre dientes apretados.
El Alfa realmente quería llevarla de vuelta a su propio territorio, pero la bruja seguía complicándole las cosas.
Y ahora, ¿qué más razones tendría ella para mantener a Raine en esa peligrosa ciudad? Con tantas criaturas inmundas deambulando por las calles, esperando morder a su compañera.
El pensamiento hizo que los ojos de Torak se tornaran sombríos.
—Ten cuidado. No te desboques aquí... ¿quieres causarle más daño? —Serefina señaló con la barbilla a Raine, quien estaba sentada enfrente de su asiento, mientras hablaba con despreocupación y tragaba una cucharada de puré de patatas de su plato.
Todos en la mesa se quedaron rígidos al escuchar el comentario casual de Serefina. Este era un tema delicado que habían estado evitando porque Torak se tornaba más sombrío al mencionar las lesiones de Raine y su humor siempre empeoraba.