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Torak abrió los ojos cuando estaba a solo unas pocas pulgadas del rostro de Raine. Casi se sentía mágico cuando observó cómo las pestañas de Raine aleteaban antes de que sus hermosos ojos de obsidiana pudieran verse.
Con Raine mirándolo a él, parpadeando un par de veces para ajustar sus ojos a su entorno, Torak sintió como si acabara de ser levantado del infierno y se le diera una segunda oportunidad de vivir.
¿Era real? ¿O Torak estaba simplemente delirando porque la extrañaba demasiado?
—¿Promesa...? —Esa suave voz de nuevo... su voz acariciaba sus oídos como la melodía más hermosa. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que escuchó su voz?
Torak estaba aturdido, mirando ávidamente sus ojos sin siquiera pestañear; tenía miedo de que solo fuera una alucinación y en el momento en que cerrara los ojos, Raine volvería a su estado de coma, incapaz de hablarle como ahora.