Raine cenó obediente y en silencio, pero fue suficiente para tranquilizar a Belinda. Ella no hablaba demasiado, sin embargo, estaba decidida a dormir con Raine.
Belinda no quería que ella desapareciera de repente y volver a entrar en pánico, así que, a pesar de la incomodidad de Raine de tener a Belinda durmiendo a su lado en la misma cama, la bruja de mediana edad trajo su propia manta y se acostó al lado de Raine.
—¿Quieres que te cuente una historia? —preguntó Belinda con dulzura mientras pasaba sus dedos por el largo cabello de Raine.
Belinda olía muy bien, como una madre, cálida y suave, y su toque hizo que Raine se sintiera ligeramente somnolienta mientras su incomodidad comenzaba a desaparecer.
Al final, no fue mala idea dejar que Belinda durmiera con ella. La sensación era casi mágica cuando Raine pensaba en ella como su propia madre.
Raine había escuchado esto de Calleb: aunque Belinda era medio mujer lobo, se suponía que debía tener un compañero.