Los gritos se hacían más y más fuertes, a medida que muchas mujeres empezaban a lamentarse de dolor por la pérdida de sus otras mitades, las almas preciosas que les pertenecían únicamente a ellas.
Incluso Sophie no podía ocultar su miedo ya, estaba preocupada por su compañero y ambos hijos. Los gemelos insistieron en ir junto con Sterling y nunca se habían mostrado tan determinados hasta que Sophie no pudo rechazar sus súplicas.
Al principio, Sophie no pensó que la situación se pondría tan mal, creía que era solo un ataque de los ciudadanos porque estaban descontentos con el hecho de que los Donovans no estuvieran allí para gobernar.
¿Quién habría pensado que toda la ciudad enloquecería y atacaría el castillo sin pensarlo dos veces?
—Estarán bien, todos estarán bien —Sophie cantaba esas pocas palabras como un conjuro, mientras atraía a Rossie y Bree a su cálido abrazo, pero en realidad, esas palabras eran para ella, para calmarse.