Mientras tanto, Kace se inclinó hacia Torak y le susurró algo a su hermano.
—¿No crees que se ven sexy cuando confrontan a alguien? —dijo Kace, con un orgullo que destilaba de su voz.
—Mm —murmuró Torak, de acuerdo con él. Sus ojos azules miraban a Raine con adoración, aunque no podían escuchar su conversación, pero por lo que parecía, el enano no los subestimaba y eso los tranquilizaba.
Torak todavía recordaba cómo era Raine en aquel entonces, cuando ni siquiera se atrevía a hablarle ni mirarlo a los ojos. Sin embargo, ahora podía expresar lo que quería y lo que pensaba, y Torak no podía estar más orgulloso de ello, viendo su crecimiento y progreso.
Poco a poco, pero con seguridad, se convertía en la Luna que él necesitaba.
Por otro lado, la sonrisa engreída del enano se desvaneció un poco cuando se levantó del suelo y se sacudió el polvo de su cuerpo.